El restaurante El 58 ofrece tapeo informal sin sustos, ni en el plato ni en la cuenta, con arte culinario en su oferta salada y dulce
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Cuando más de una persona te dice que tienes que ir a comer a El 58 es porque algo bueno se cuece por allí. Conocemos la Rambla del barrio de Poble Nou (Barcelona) por varios amigos que residen allí, pero curiosamente no habíamos llenado nuestro estómago en ninguno de sus establecimientos más que con una horchata del Tío Che, en la misma manzana que el restaurante El 58.
Aquella noche, nuestro primer acercamiento fue vía teléfono. Sin éxito, porque no reservan mesa. Pasadas las nueve y media realizamos nuestro segundo acercamiento. Dejamos nuestro nombre y esperamos frente a su local en una terraza de otro negocio. El último acercamiento, acompañado de algo de sutileza por nuestra parte para no quedarnos sin mesa, se produjo en la misma barra de El 58, donde tomamos unos vinos y unas cervezas. ¡Última mesa para nosotros! Pero no por ello mal atendidos, ni mucho menos.
La elección estuvo difícil. Una carta larga de platillos pintada a mano en una pizarra – cocina de mercado, ¡bien!- nos lo puso difícil a los cinco comensales hambrientos y dispuestos a disfrutar. Entre la oferta, mucho tapeo, embutido, quesos, mariscos, pescados, tatakis, carpaccios y mucho aderezo andaluz, tailandés y japonés, entre otros. ¿El tamaño de los platillos? Para dos o tres personas. Y los precios, desde 2€ hasta 12€.
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Bravas bohémicas. al estilo del restaurante Bohèmic. Aunque muy buenas, las auténticas son irrebatibles.
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Tataki de atún con su reducción de vino tinto. Excelente, en gusto y en cocción. Un valor añadido, ¡su acompañamiento!
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Foie fresco con ensalmada y manzana. Sublime. La ensaimada combinada con la manzana marcando la diferencia, ¡bravo!
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Croquetas de cocido. Muy buenas y visiblemente caseras (¡hemos descubierto que algunos hablan de “caseras de cocido” y en realidad son compradas en Makro!)
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Brocheta de langostino con salsa de chili dulce. Y muy bien condimentada.
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Magret de pato con especias, manzana y naranja. Estuvo bien pero no al nivel de otros platillos. Creemos que fallaron las especias…
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Navajas a la plancha con lima. El platillo más flojo de toda la degustación. No nos parecieron un productazo y faltó aliño.
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Pollo marinado con mayonesa de wasabi y miel. Muy buena fritura y muy buena mayonesa, ¡ñam!
En El 58 nos sorprendió gratamente la trabajada oferta de postres. Nos parece que muchos restaurante, que trabajan muy bien la sección salada, se olvidan que el final de un buen ágape tiene que ser sublime para que en la memoria gustativa de los comensales se quede un buen recuerdo. Al acabar los platillos nos cantaron los postres y entre ellos, sugerencias tan tentadoras como un cheesecake con chocolate blanco, frutos rojos y helado, un ganaché de chocolate, helado y espuma de coco, espuma de tiramisú de cítricos, jengibre y bizcocho de mascarpone, piña salteada, sopa de mango con pimienta rosa y helado o brownie de chocolate con helado.
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Algunos de los postres que degustamos en El 58. Bien planteados, elaborados y presentados.
Precio (5 personas): 115,25 euros. La cena salió a unos 23 euros por comensal y salimos con unas panzas bien contentas. Con nuestra visita constatamos que El 58 se presenta como un restaurante que cuida la gastronomía salada y dulce, donde tapear informalmente sin sustos, ni en los platos ni en la cuenta.
Le 58 Restaurant
08005 Barcelona,